Aviso a todos los acidjazzeros: por fin ha ocurrido lo que llevábamos tanto tiempo esperando, un disco que pueda gustar por igual a los amantes del acid jazz con más sabor setentero y a los que disfruten con la electrónica. El responsable de tal logro es la banda vitoriana Ortophonk, que se destapa como un fenomenal grupo con este magnífico álbum debut homónimo. No se trata de un disco en el que se alternen temas clásicos con otros vanguardistas, sino que han sabido fusionar múltiples influencias y estilos con la electrónica, obteniendo un notable resultado. Los once temas de Ortophonk hacen gala de un trabajo compositivo brillante, en el que las bases electrónicas servidas por Mikel Fondea y Nando De La Casa (con un minucioso cuidado del detalle que ya quisiera para sí muchas producciones de mayor presupuesto) conviven a la perfección con una instrumentación de lujo que seduce al instante. Se nota que el grupo lleva varios años puliendo la sonoridad de los temas, que se los conocen al dedillo, por lo que han sabido dar con los arreglos más apropiados para cada corte.

Que estamos frente a un gran álbum queda evidenciado desde el tema inicial, La chica húmeda (I y II), en el que lo electrónico y lo orgánico se dan la mano para dar lugar a una de las cumbres del electro acid-jazz. Pero la diversión sigue con la irresistible rítmica de Treintayorto (cumplen su promesa de crear “ampo-jazz” en las plantas de los pies de tanto bailar); con el sorprendente Etxeko Strut (versión de Super Strut de Eumir Deodato), en el que Iván Pacheco a la guitarra y Raúl Romo a la flauta y al saxo se lucen con sus respectivos solos; con el impecable rapeado de Hasier Oleaga en Saxy Cock (y el impagable acompañamiento de Dani Foronda al bajo); con el bello tema dowtempo Patxei, con la sugestiva y muy apropiada voz de Virginia de la Casa (¡espero volver a escucharla!) y con la sabrosona percusión de Víctor García De La Torre en Jotabes, por nombrar sólo algunas de las deslumbrantes piezas de Ortophonk. La nota negativa: que álbumes de esta calidad no tengan la repercusión que se merecen (¡algo va mal en la industria española!). Además, para acabar de redondear al asunto, el álbum tiene una edición de lujo: una caja de madera en la que el título y el tracklist están quemados en la madera. Eso es lo que lo llamo cuidar el packaging.

Santiago Tadeo
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